La otra “Mano Invisible”

“El sentir mucho por los demás y poco por nosotros mismos, el restringir nuestros impulsos egoístas y fomentar los benevolentes, constituye la perfección de la naturaleza humana”. Quizá cueste pensar que estas palabras las escribiera Adam Smith, el padre de la economía de mercado y autor de La Riqueza de las Naciones. Pero ciertamente las escribió, y reflejan bien el pensamiento que desplegó en la que fue quizá su obra más querida, La Teoría de los Sentimientos Morales, iniciada en 1759 pero que no concluyó prácticamente hasta su muerte en 1790.

La reivindicación del pensamiento moral de Smith en la Teoría de los Sentimientos, frente a la ya mil veces estereotipada doctrina de La Riqueza de las Naciones, no deja de producir sus frutos. Esta semana, el Financial Times se hace eco de la publicación de How Adam Smith Can Change Your Life: An Unexpected Guide to Human Nature and Happiness, de Russ Roberts, economista de la Universidad de Stanford. Roberts hace una relectura del libro de Adam Smith en clave humana destacando cómo el progenitor de la dismal science puede ayudarnos con esa obra a ser mejores personas, más felices y satisfechas con la vida. Según el autor, Smith escribió con tanta elocuencia como los mejores filósofos sobre la futilidad de pensar que en el dinero puede estar la clave de la felicidad, y sobre las verdaderas bases de la “autenticidad” vital: la sabiduría y la virtud.

Este trabajo de Russ Roberts se une a otras obras de los últimos años sobre las dimensiones morales de la economía, precisamente a partir del pensamiento de Smith. Un buen ejemplo de ello fue a finales de la pasada década el best seller Economics of Good and Evil, del joven economista checo Tomas Sedlacek. En 2012, en una entrevista a Der Spiegel, Sedlacek señalaba: “El propio interés guía el comportamiento humano, pero Smith sabía bien que el hombre no se podía explicar por el principio del egoísmo. Él claramente se distanció del pensamiento de su contemporáneo Bernard Mandeville. De hecho, creo que el gran legado de Adam Smith consiste en la incorporación de las dimensiones morales en la economía –mejor, en el hecho de que consideraba que esas dimensiones estaban en el centro mismo de la disciplina. Es bueno no olvidar eso hoy, cuando para la mayoría de los economistas modernos la consideración del bien y el mal en economía es prácticamente una herejía”.

Obras como las de Roberts y Sedlacek pueden ayudar a entender mejor el comportamiento económico de las personas y la misma economía, integrando la “mano invisible” del mercado con esta “otra mano invisible” de la naturaleza moral del hombre.

La deshonestidad en las finanzas

En los últimos años se ha cuestionado en numerosas ocasiones el ambiente moral que se respira en las instituciones financieras. No sólo su papel en la crisis de 2008, sino numerosos escándalos de diverso tipo que han salpicado a directivos de entidades bancarias, han mermado extraordinariamente la confianza de la sociedad en el buen hacer y la honestidad que se practica en este sector.

Esta misma semana la prestigiosa revista Nature ha publicado un estudio que profundiza en las posibles causas psicológicas que pueden hacer entender la relajación de estándares que la sociedad parece percibir en torno al sector financiero. En “Business culture and dishonesty in the banking industry”, Alain Cohn, Ernst Fehr y Michel André Maréchal, economistas de la Universidad de Zurich, tras varios experimentos, llegan a la conclusión que la cultura empresarial prevaleciente en el sector bancario debilita y mina las normas de honestidad de sus empleados. Según sus investigaciones, en experimentos en los que la identidad profesional de los participantes, como empleados del sector financiero, es relevante, su predisposición a engañar es mayor que cuando esa identidad no es importante (o es una identidad profesional distinta: empleado en otro sector, estudiante, etc.).

Quizá no se pueda afirmar a partir de estudios como éste que la cultura de deshonestidad en el mundo de las finanzas sea endémica, pero lo cierto es que tras la acumulación de casos de corrupción o de delitos de diversa naturaleza (apropiación indebida de fondos, insider trading, engaño en la venta de productos, etc.) que se acumulan tanto en España como en otros países, analizar más a fondo la cultura predominante en un sector tan importante para la economía y para la sociedad no esté de más.

Dinero, felicidad y Navidades

MoneyBuyHapinness
La satisfacción de los objetos y de las experiencias.

A menos de un mes de la Navidad, tiempo de felicidad y de disfrute, abundan las reflexiones sobre cómo algunos valores muy sencillos y humanos nos pueden ayudar a navegar mejor por esta época tan caracterizada, también, por el consumo. Es natural que en estas fechas mucha gente se vuelva a preguntar eso de: ¿puede comprar el dinero la felicidad…, aunque sea por unos días?

El Wall Street Journal nos recordaba esta semana (“Can Money Buy You Happiness?”) que el dinero y la riqueza no son garantía de felicidad, y que de hecho importa más el cómo se emplea que cuánto se tiene. Algunas de las ideas demostradas por investigaciones recientes sobre estos temas sirven para ilustrar esa realidad. Por ejemplo, es un hecho que dar, compartir lo que se tiene, hace a la gente mucho más feliz que guardárselo para uso exclusivo. Igualmente, a la hora de gastar en sí mismas, cada vez está más claro que las personas son más felices cuando dedican su dinero a experiencias (actividades, viajes, eventos, etc.) que a la adquisición de bienes materiales. Asimismo, es bueno recordar que cuando uno tiene pocos recursos, un pequeño aumento de ellos puede ayudar realmente a satisfacer necesidades básicas, lo que genera una gran mejora de la felicidad percibida, pero cuando esas necesidades están satisfechas, es mucho más difícil “comprar” felicidad adicional. Por último, la deuda –asociada a vivir por encima de las posibilidades- tiene un efecto negativo en esa percepción, mientras que el ahorro y la seguridad financiera la incrementan.

David DeSteno, profesor de psicología de Northeastern University, se acerca también a este tema en “How to Deafeat the Impulse Buy”. Según DeSteno, la impulsiva compra navideña no se puede moderar con el simple voluntarismo, ya que en general nos pueden los impulsos de gratificación inmediata; preferimos siempre los 20 dólares hoy a los 100 dentro de un año, aunque esta segunda opción sea sin duda la más ventajosa. Una forma de moderar esa impulsividad consumista, según sus estudios, es no pensar tanto en lo que se quiere, como en dar gracias por lo que se tiene: la gratitud como mejor camino hacia la paciencia y el autocontrol.

Dar y dar gracias: dos buenos principios económicos para disfrutar de una Navidad más feliz.

Negocios y Humanidades

BusinessLoveSegún un estudio reciente del Instituto Gallup y la Universidad de Purdue, realizado entre más de 30.000 estudiantes universitarios estadounidenses, sólo un 9% de los estudiantes de carreras de Negocios sienten que han recibido suficiente apoyo emocional por parte de los profesores y del staff universitario. Este dato es prácticamente la mitad de lo declarado por los estudiantes de Artes y Humanidades, y de Ciencias Sociales y Educación. Son también muchos menos (50% en Negocios, frente a 70% en Artes y Humanidades) quienes dicen poder recordar que algún profesor les inspiró a aprender durante sus estudios.

Como se comenta en Businessweek sobre este tema (“Are Business Majors Harder to Love?”), estos datos son interesantes porque se unen a las investigaciones que demuestran que el apoyo emocional durante los estudios mejora la inserción de los graduados en el mercado laboral. Además, estos datos corroboran la impresión de que hay un buen número de esos graduados que dejan la Universidad con alto grado de insatisfacción. Teniendo en cuenta que los campos de la economía y los negocios son algunos de los más demandados por los estudiantes estadounidenses, es comprensible que se sigan proponiendo mejoras en los currículums de las esas disciplinas, que permitan “humanizarlas” más. Como concluye Businessweek, quizá no sólo sea necesario que se añadan, por ejemplo, más contenidos éticos, sino que puede ser conveniente poner en torno a estas disciplinas “un poco más de amor”.

Deuda y crédito

Nigel Dobb, profesor de la London School of Economics que acaba de publicar el libro «The Social Life of Money«, reflexiona esta semana en el Financial Times sobre la distinta «fama» que los conceptos de deuda y crédito -las dos caras de una misma moneda- han ido adquiriendo durante la actual crisis económica: «Credit is liberating and empowering. Debt is enfeebling and burdersome». Dobb plantea la necesidad de volver a reflexionar sobre la naturaleza de esta actividad económica -del endeudamiento y del crédito-, y de ponerla realmente al servicio de la sociedad y de los ciudadanos concretos, liberándola de las perversiones  que se derivan de su control casi absoluto por parte de las entidades financieras y de las distorsiones que proceden de la mala gestión monetaria de los gobiernos. Para este especialista en la sociología del dinero, «credit is morally neutral. As an institution, it is neither good or bad; and it is a grievous error to confuse creditworthiness with moral probity. Credit should be available to those wh need it most. The price should be reasonable, and it should entail neither stigma nor penutry«.

(Reciente conferencia de Dobb en la London School of Economics con motivo de la presentación de su libro)

Aunque desde distintas perspectivas ideológicas, el análisis de Dobb concuerda con críticas cada vez más sonoras hacia el papel de las instituciones públicas (gobiernos, bancos centrales, etc.) al actuar como impulsoras de una cultura de endeudamiento generalizado e irresponsable. Justo antes de iniciarse la actual crisis, en 2008 se publicó «The Ethics of Money Production«, una obra de Jörg Guido Hülsmann que desde la óptica de la escuela de economía austríaca -y apoyándose en la ya larga tradición escolástica de denuncia del monopolio legal de los gobiernos para producir dinero y modificar su valor- demandaba cambios radicales en las políticas monetarias de creación de papel moneda por parte de los bancos centrales y la multiplicación monetaria generada por los sistemas bancarios. Hülsmann concluía: «The driving force that propelled the development of central banks and paper money has been the reckless determination of governments, both aristocratic and democratic, to increase their revenue, if necessary in violation of good faith and of all established rules of commerce«.

No está de más acercarse a estas reflexiones de autores como Dobb o Hülsmann en momentos en los que tanto se habla de las políticas de «quantitative easing» (QE).

(Conferencia de Hülsmann en el Mises Institute sobre los problemas del dinero legal-fiduciario)